
La carta de Cambridge… El título sobrecoge, hace referencia a la carta que llegó a Colliure, dirigida a Machado, un día después de su muerte, ofreciéndole un futuro en la universidad. Nos recuerda que en cualquier momento puede cumplirse un destino que trunque los caminos que se abren a nuestro alrededor. Tiene una sonoridad que incita a la repetición. El contenido es en sí una novela. Una novela en una línea. Y la palabra carta es siempre una invitación a leer, a sentirte destinataria mientras dure la lectura.
Samir imagina la sombra de Machadopaseando por ese futuro que no existió. Quien no lleve las sombras a pasear por futuros que cerró el pasado que levante la mano. Quien no pasee en diálogo con su propia sombra nunca llegará a conocerse. Para conocerse bien hay que desdoblarse, indicó Nietzsche en El paseante y su sombra. Para conocerse bien hay que tener en cuenta al otro, señaló Machado con su obra y su preocupación por la otredad. Delgado nos acerca a muchos “otros” en su libro.
Imagino al autor escribiendo rodeado de fotografías, películas, libros… Mirando el paisaje acompañado de fantasmas literarios y parándose a tomar notas. Es su poesía un mundo lleno de referencias, un regalo a la indagación del curioso. Una mano tendida a la cultura con la que adentrarse en el laberinto y dar vueltas al hilo que nos ayude a encontrar la salida o el centro.
A través de citas y referencias, en La carta de Cambridge se despliega un libro en cada página. Interesante dejarse llevar por esas rutas señaladas. Esos tótems cívicos que aparecen o esas obras con las que podemos ampliar lecturas textuales o visuales. Pues ninguna cita es casual o, si en algún momento lo fue, el marco la transforma en necesidad.
El autor refleja su interés por la poesía social, comprometida. De los autores o personajes históricos mencionados varios son creadores multidisciplinares. A menudo buscamos espejos donde reconocernos. Samir, con su admiración evidente a las palabras de los otros, nos ayuda a fantasear eligiendo a los autores o autoras a quienes aludiríamos y escribiendo nuestro propio libro en los márgenes. Está muy presente la intertextualidad. Parafrasea a Machado. Rescata imágenes… Porque el azul de Machado es “el azul de todas las infancias”. También de las nuestras.
Chapero- Jackson, nombrado en uno de los poemas, nos incita a visionar su película Los mundos sutiles. Cada lector o lectora pondrá a bailar nuevas asociaciones en su mente, aprovechando que el film tiene relación con la danza… La memoria también puede compartirse como si fuera un paso de baile en una carrera de relevos. Delgado, nos pasa el valioso testigo, habla del exilio de Machado y del nuestro. Todos tenemos instantes en los que nos sentimos extranjeros, incluso en nuestra propia casa. Todos y todas formamos parte de la posibilidad de modificar la vida de un espacio, pertenezcamos o no a ese lugar. Es posible el autoexilio “a través de los auriculares”.
Este libro habla de la necesidad de abrirse a los otros. De la obligación de la memoria. Del canto de los poetas y de la necesidad de cantarlos. Del canto a los lugares sagrados de la cultura. Contiene pinceladas de biografías, palabras que salieron de ellas. Habla de voces. De legados intelectuales y de la sensibilidad. El poemario es sensibilidad condensada. Genera inquietud sosegada. Un oxímoron, porque no se puede pensar de otra manera en Machado. Pensar en Machado es pensar en sensibilidad y barbarie coincidiendo en una vida. Como aquella carta de Cambridge que llegó tarde, frustrada promesa. Este libro nos anima a contemplar a la humanidad con la estética del amor. Es un canto a la palabra como instrumento transformador. Sabemos que hay palabras que permiten volver a vivir.
Editado por Olifante, el nombre de esta editorial evoca ese instrumento de viento que utilizaban los caballeros medievales. Machado nos cantó: “se cuenta lo que se canta”. En estas páginas hay música poética. Estos versos podrían ser una carta que nos dirige Samir a los lectores, nuestra carta de Cambridge. Un mapa con el tesoro escondido de un futuro habitable, donde poder recorrer el mundo con mirada poética y cívica. Goza de ese escapismo de la etiqueta tan de nuestro tiempo. Conviven poesía, prosa, ensayo, cuaderno de viaje… incluso la ficha artística de una escultura de Pablo Serrano. El poema Juncos del lago es una especie de inventariodonde la palabra pinta el paisaje, distingue, especifica. Si la mirada es poética, todo se tiñe de poesía.

Maribel Gilsanz
Segovia 2021
Publicado Originalmente en el diario Canarias 7 el Domingo 12 de Septiembre
