
El 19 de junio de 2019 Facebook anunció su intención de lanzar su criptomoneda Libra. Fue el comienzo de un terremoto de reacciones por parte de las autoridades monetarias de todo el mundo, sólo agravado por la comunicación, poco tiempo después, de que China llevaba años preparando el lanzamiento de un yuan digital, un CBDC emitido para todos los públicos por el Banco Central de China.
Dos años más tarde, el Banco Central Europeo acaba de anunciar que aborda un proyecto formal de investigación para al término decidir si lanza un euro digital minorista. Es el “momento Libra” del Banco Central Europeo. A partir de ahora comienza un período de dos años para estudiar los aspectos más técnicos de su diseño, estructura, encaje regulatorio y casos de uso, sin que se haya tomado la decisión política de lanzarlo.
Desde que en septiembre de 2020 se manifestaron las primeras intenciones con el “Report on digital euro”, los trabajos de análisis de experimentación previa no han cesado y han confirmado la validez técnica de las asunciones y requerimientos de los principios del primer documento. Estos trabajos de experimentación han validado la usabilidad combinada de infraestructuras existentes como TIPS y estructuras de blockchain, la posibilidad de realizar pagos en la escala necesaria y añadir funcionalidades de programabilidad con smart contracts. Han probado modelos de CBDC basados en cuentas y en tokens, se han explorado soluciones de identificación compatibles con la privacidad, y se han probado en dispositivos no conectados para permitir transacciones off line.
El trabajo por delante implica sobre todo desarrollar las funciones a nivel de usuario que sean de utilidad para su adopción, al tiempo que se profundiza en los desarrollos técnicos de su arquitectura y distribución. Y por supuesto, mientras se analizan las características para que el euro digital sea medio de pago y no depósito de valor, y cómo se distribuirá fuera de la zona monetaria euro.
Queda mucho trabajo por hacer con el objetivo de diseñar un euro digital compatible con el dinero bancario actual y que al tiempo no paralice la innovación en pagos (principio “do not harm”) que requiere la conectividad y la transaccionalidad online y offline con nuevos dispositivos digitales. Sin duda, durante los próximos dos años veremos nuevas innovaciones en los pagos con nuevas plataformas digitales distribuidas y está por ver el rol que tendrán, si los tienen, las criptomonedas, especialmente las stablecoins.
Mi entendimiento es que los análisis de casos de uso serán de orden similar a los que Accenture está realizando en concierto con la Digital Dollar Foundation para el caso de un CBDC dólar. Quizá sea también una buena aproximación el trabajo que están realizando plataformas de pago como BIZUM en España, que aunque restringido a los pagos por móvil está incluyendo gradualmente nuevas operativas y pretende alcanzar los 20 millones de usuarios en España. También habrá que analizar la compatibilidad con plataformas de pago como la European Payment Initiative (EPI), aún en estudio, con el propio euro digital. EPI es una iniciativa conjunta de bancos líderes europeos para promover pagos cuenta a cuenta y tambiéna través de una tarjeta europea, con el objetivo de crear un campeón de pagos europeo, algo que no existe ante el dominio de los gigantes americanos en tarjetas o ante el control creciente de los pagos a través de móviles por parte de Apple y Google con sus pasarelas de pago.
Será clave la inclusión de casos de uso a través de las grandes plataformas norteamericanas o chinas, las BigTechs, porque no existen plataformas tecnológicas europeas comparables. No parece concebible un euro digital que sea parte de la vida diaria de los europeos y que no circule por las grandes BigTechs. Ahí sin embargo la fuerza del ECB se dejará sentir mucho más que la de los bancos comerciales en sus negociaciones individuales para el uso de sus tarjetas, y las BigTechs habrán de ser reguladas en sus actividades de proveedores de pagos.
Por tanto, hay mucho trabajo por hacer en cada país en concreto, porque el euro digital ha de adaptarse a los ciudadanos de cada país. Sin olvidar que el euro digital ha de vertebrar la vida económica y social de los europeos, y por tanto los casos de uso han de expandirse al uso cross border con otros países europeos. Un tercer paso es decidir cuales son los casos de uso cross border y cross currency, posiblemente el aspecto aún menos estudiado, ya que el análisis de los CBDC hasta ahora han tomado dimensiones más de mercado interior en cada país.
El BCE ha anunciado la intención de crear un Market Advisory Group (MAG) compuesto por profesionales que aconsejen en los trabajos a desarrollar durante esta fase de estudio. Este MAG debería contemplar esta triple tipología de casos de uso con la amplitud suficiente para recoger la riqueza de casos que requiere cada país.
Finalmente, como todos los proyectos, habría que establecer ex ante la definición del éxito de esta fase de estudio, ya que representa la referencia contra la cual medir el progreso y el resultado final obtenido.
- Casos de uso probados y alineamiento con los stakeholders implicados.
- Confirmación de escalabilidad operativa de las transacciones.
- Disponibilidad tecnológica, tanto a nivel de infraestructuras como de dispositivos.
- Esbozo de un plan de lanzamiento.
Una vez llegados aquí de forma satisfactoria, habrá que tomar la decisión política que implica el lanzamiento del euro digital. Para ello, el sector bancario ha de tener definido un modelo de coexistencia futura (de hecho, ya hay iniciativas al respecto) y el euro digital ha de haber definido una política exterior, no sólo su uso limitado, compatible con el efectivo, dentro de los países de la UE en convivencia con el sistema bancario y permitiendo la innovación privada.