El drama del dinero digital tiene tres actores: 1. el dinero digital público (CBDC), 2. las Stablecoins y 3. Los depósitos bancarios, que ahora es la moneda digital utilizada masivamente en todo el mundo.
El dinero público digital (CBDC) tiene la ventaja de que no puede producir colapsos en el flujo del dinero y permite instrumentar una política monetaria directa.
Las Stablecoins pueden jugar un papel muy positivo siempre que la regulación exija que sus reservas sean 100% dinero público. En caso contrario acarrearían los mismos problemas de los depósitos bancarios, esto es, el riesgo de crisis en el flujo del dinero, así como la facultad de crear dinero y por tanto de perturbar gravemente la política monetaria.
El efecto más positivo de las CBDCs y unas Stablecoins adecuadamente reguladas es que desencadenarían la liberalización de los servicios de pago hoy monopolizada por los depósitos bancarios.
Los depósitos bancarios difícilmente van a poder mantener por mucho tiempo las protecciones y privilegios del Estado. La competencia en un mercado libre exige un campo de juego equilibrado en el que nadie tenga privilegios u obligaciones distintos de los demás. Cajas y bancos comerciales tendrán que transformarse en entidades que ofrezcan sus servicios en competencia y sin apoyos del Estado. Es previsible y deseable que el Estado les ayude en este proceso de desmonopolización.
Todo esto -y más- pude comentar en una conversación muy agradable con Jose Carlos Diez.