Geopolítica y Transición Energética

"Hay países emergentes de Asia, Hispano América o África, que no pueden ni quieren plantearse ninguna transición en un periodo en que , a duras penas, consiguen salir de las listas de países menos desarrollados. Además, por qué sufrir la precariedad energética justo en tiempos de necesidad, si los países que han llevado al planeta al problema climático actual, son precisamente los ya industrializados?"

En los tiempos en que el Business Intelligence, con su Business y data analytic, y la inteligencia competitiva escrudiñan los mercados en interno y en externo para optimizar y aprender a desarrollar mejores resultados empresariales, se pierde cierto enfoque, uno vital; se desatiende la comprensión de que todas estas disciplinas no “viven” en aislamiento. La evolución de la Bolsa o la contracción en economía, el triunfo de una empresa y la caída de otras… no se deben únicamente a patrones binarios de oferta y demanda: la mano invisible de Adam Smith no es una mano, es un océano y así la eléctrica Brazos en Texas, EEUU, se acogía al artículo 11 de quiebra por la ola de frío ártico que azotó la región, aduciendo que los índices alcanzados fueron “imprevisibles”.

En última instancia, la inteligencia estratégica y la proyección de escenarios futuros,  beben de la comprensión de las dinámicas geopolíticas. Y aunque la geopolítica pudiera parecer una disciplina abstracta, en realidad liga al hombre a la tierra en que se desarrolla. No podría haber nada más material, o más natural.  Partiendo de un supuesto cero-absoluto, el conjunto de normas, hábitos, miedos, creencias, necesidades y aspiraciones de un individuo, o  los de la suma de un pueblo concentrado en un espacio geográfico definido, son diferentes a los de otro, incluso si son vecinos; a veces son antagónicos; a veces se generan conflictos. Hay sitios donde los dirigentes emanan de esas geografías, de diversos modos, y otros donde las personas escogen gobiernos y líderes que legitimen sus aspiraciones, con mejor o peor resultado; a veces suceden contingencias inesperadas, o esperadas desde años pero no provisionadas, como la pandemia. No defiendo ningún determinismo mecanicista, pero no es lo mismo nacer en Hargeisa de Somalilandia, que en Madrid. Es una cuestión de dificultades y oportunidades; a pesar del libre albedrio, las sociedades avanzan en diversos sentidos, y no todo el mundo parte del mismo “cero”. Y así, surgen preguntas como, por qué aumenta drásticamente el presupuesto de armamento en ciertos países con economías precarias? Puede México comenzar a descarbonizar su industria? Por qué Rusia permite que una potencia emergente como China, se posicione en los antiguos territorios de la esfera soviética? Por qué Estambul eleva el tono de su política exterior? Como afecta eso a Libia? Y a Europa? Esta es la grandeza de la geopolítica y el análisis estratégico, que contempla los fundamentos ligados al hombre con su entorno, y que en definitiva, forman parte de esa mano invisible, que se manifiesta.

Para el anterior presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, cuyo final de mandato y enfado por la derrota electoral, culminaba con las tristes imágenes del asalto al Capitolio, la frustración debería volverse introspección y conocimiento. El “volveré” con tintes Terminator de la base área de Andrew, debe ser seguido, y seguro que lo hará, por profundas reflexiones. Por el momento, la administración Biden, reconsidera todos aquellos proyectos que suponen desavenencias con los Acuerdos de París, y eso incluye el gaseoducto Keystone XL con Canadá, o la exploración en el Ártico. Son buenas noticias, y deben englobarse en una tendencia imparable. En los últimos 10 años, los inversores, consumidores y reguladores han buscado impulsar un enfoque empresarial más considerado, basado en una mayor eficiencia de los recursos, la reducción de las emisiones de carbono, la paridad de género y la construcción de una economía global más sostenible. Las empresas y las instituciones financieras son cada vez más conscientes de su impacto en las  responsabilidades ambientales, de desempeño social y de gobernanza (ESG), y que puede afectarlos financiera y reputacionalmente, o incluso amenazar la supervivencia. Todo esto es geopolítica, y sus patrones afectan de manera heterogénea a las naciones.

Hace unos días, durante una intervención en un foro sobre geopolítica e inteligencia estratégica, contradecía a ciertos autores de otro hemisferio que pronosticaban el tremendo caos que según ellos, produciría la transición energética y la descarbonización de los combustibles fósiles en Europa; bueno mejor, en la Unión Europea, que son dos cosas distintas.

La realidad es otra, y es una ecuación temporal.  En Europa, la incertidumbre que enfrentan las compañías energéticas en el corto y medio plazo ante la descarbonización, revertirá en la resiliencia y seguridad energética del bloque en el medio-largo plazo; aunque desestabilizará otros equilibrios geopolíticos. Para las compañías eléctricas es más evidente, pero para  las compañías de hidrocarburos, necesitarán establecer una perfecta sincronización, para ir abandonando las fuentes de ingreso tradicionales, mientras abrazan nuevas tecnologías. Las compañías de energías fósiles,  poseen profundas ventajas competitivas, como una enorme capacidad de inversión (CAPEX), o el conocimiento y relacionamiento preciso, para operar en múltiples países. No es lo mismo levantar parques eólicos marinos en Escocia, que erigir plantas terrestres en Congo o Sudan. Si eres capaz de operar en los segundos, posiblemente estarás más capacitado para evolucionar.

La transición desde las fuentes de energía actuales, hacia energías renovables, utilizan el vector de la electricidad, que posee la virtud de no contaminar, y el inconveniente de no poder ser aún almacenada de forma eficiente. Mientras avanzan las tecnologías del hidrogeno verde o derivados, y las de almacenaje de electricidad, junto con la Captura y Conservación de CO2, España se presenta como un actor privilegiado, junto con una Unión Europea, que avanza con determinación por este mismo camino. Pero como anticipaba, no todas regiones de nuestro planeta avanzan en la misma dirección. Algunas naciones no se lo pueden permitir; unas están demasiado ocupadas sorteando problemas de supervivencia; y otras, simplemente conocen que este proceso de transición aun llevará años en algunos mercados, y se centran en explotar lo que en muchas ocasiones suponen su única fuente de ingreso nacional: el petróleo y el gas. 

Hay países emergentes de Asia, Hispano América o África, que no pueden ni quieren plantearse ninguna transición en un periodo en que , a duras penas, consiguen salir de las listas de países menos desarrollados. Además, por qué sufrir la precariedad energética justo en tiempos de necesidad, si los países que han llevado al planeta al problema climático actual, son precisamente los ya industrializados? De cualquier forma, si los países que basan su prosperidad en los hidrocarburos – o su supervivencia, ven disminuir progresivamente la demanda de estos, como se verán afectados los precios de los combustibles? Para occidente, abrir la llave y que fluya el gas natural es algo normal; para los países en los que no hay, o son deficientes las infraestructuras de electrificación o de distribución urbana de energía, para qué van a buscar energías renovables que utilicen hidrogeno o electricidad? Es complicado comentar cen estos países sobre transición energética; fue duro en 2008 ante la crisis económica, y lo es ahora ante la caída de la demanda y del PIB.

En otros casos, tenemos algunos países en Oriente Medio por ejemplo, que han comprendido hacia donde se dirige el mundo, y su modelo de estado les permite optar por invertir grandes fortunas en re dirigirse hacia estas nuevas energías; aquí, países productores de hidrocarburos, aprovechan sus recursos para robustecer y diversificar sus economías en sus territorios, o invirtiendo en otros estados para posicionarse estratégicamente y proyectar intereses.

Aunque antes comentaba que Washington planea revertir la exploración de hidrocarburos en el Ártico, precisamente los recientes fríos árticos, fueron los culpables de las polémicas que se suscitaban en Texas hace unos días, ante una ola de frío que sorprendió a todos; también a los aerogeneradores, que se congelaron no disponiendo de equipamiento de calor y que, junto a la desconexión voluntaria del sistema tejano de la red Federal – fruto de la desconfianza hacia el sistema nacional – y la congelación de oleoductos y terminales, impidieron el abastecimiento normal doméstico, y las exportaciones de gas a México, que también se quedaba a oscuras “y a frías”. México también aprovechó la coyuntura para “calentar” el debate político, y su presidente aprovechaba para enfatizar su falta de interés por las descarbonización, prefiriendo optar por reforzar a las empresas energéticas estatales contra la competencia del sector privado, como parte de algo que esperan que sea un impulso hacia la autosuficiencia. Desde luego para Lopez Obrador, el proteccionismo exacerbado de sus estatales le está dando pocos resultados, estando cada vez más endeudadas; y creará conflicto con EEUU y Canadá.

Asia también desarrolla grandes proyectos de transición energética con Japón, Corea del Sur y otros, apostando decisivamente por el hidrógeno. China observa todo esto con atención y también promete alcanzar la cúspide de sus emisiones en 2030, bajando entonces hasta 2060, en que espera conseguir la neutralidad. China, con grandes problemas de salubridad en el aire de sus ciudades,  representa el 20% de las emisiones anuales globales, y debe ir deshaciéndose de su poderosa industria del carbón, mientras que los EEUU debería ir alejándose de sus hidrocarburos; el paso y velocidad en que se vaya haciendo esta transición, dependerá del entorno regulador y la presión inversionista y financiera; y tendrá impactos que se traducen en competición.

China posee un modelo y una Gran Estrategia a largo plazo (FIDE Guerra comercial EEUU-China) y no desea dominar al mundo; sin embargo es percibido como una amenaza por los EEUU. Para confrontarla, el ex presidente Donald Trump, apostó por la guerra comercial, algo que ya se había intentado en tiempos de Clinton y de Obama, pero que no prosperó ante una comunidad empresarial norteamericana que se perturbaba. Con Trump, prosperó, y propició que las pocas élites chinas que aún no creían en el modelo del presidente Xi Jinping, lo abrazaran sin dudar, anteponiendo un sentido de patriotismo. Al mismo tiempo, la administración Trump abandonaba el Trans-Pacific Partnetship, un gran acuerdo que hubiera sido la alternativa a la nueva ruta de seda China (BRI, Belt and Road Initiative). El TPP era un acuerdo propuesto entre Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam y los Estados Unidos, pero del que Trump se retirara en enero de 2017, no entrando en vigor como tal. En qué situación dejaba esto a los EEUU? La anclaba a un proteccionismo que aunque defendía su propia industria, fallaba en proponer una alterativa a los aliados tradicionales.

Así, actualmente, de los 195 países del mundo, 120 se han unido ya a la visión de China de su BRI, 18 de ellos están en la Unión europea. Ninguno de esos países comparte el modelo político de China, ni China es tan desatinada como para pretender expandirlo; pero pocos países desdeñan semejante inyección de capital, lo que precipita el potencial de influencia de Beijing. Y aunque veremos a los Estados Unidos, menos expresivo en la guerra económica, una que continuará con el actual presidente Joe Biden, aunque esta vez más asentada sobre los pilares de la política exterior tradicional, con más asertividad en las  exigencias referidas a los derechos humanos y al marco de lo que considera un comercio injusto.  El teatro global de un mundo globalizado, entraña numerosos actores principales, y obtener los apoyos adecuados, manteniendo la necesaria legitimidad, es crucial; especialmente en medio de una autentica transición energética.

En suma, la realidad geopolítica muestra como, por diferentes motivos, hay diferentes velocidades en el proceso de descarbonización, en el que apuesta con decisión la Unión Europea; que esto provocará desequilibrios globales; que cada vez más países, y también algunos europeos, abrazan el proyecto del BRI chino, uno que si bien no persigue expandir un modelo político, si escalará geométricamente el soft-power chino, su poder blando; que existe una especie de entente cordiale de Beijing con Moscú, una que el sentido común estimula, mientras que la geopolítica lo impugna (explicaré en otra ocasión, esta coyuntura en Asia Central). Todas estas dinámicas abren la puerta a riesgos y desafíos; también a oportunidades. Hay cientos de jóvenes analistas que aspiran a contribuir con su granito de arena a responder estas preguntas, y a anticiparse a estos cambios en el seno de corporaciones y estados. La geopolítica estudia y negocia todo esto, y cuando más comprendamos “como piensan los estados” y por qué suceden las cosas, mejores entenderemos hacia donde se dirigen, y como nos va a afectar.

Yo por mi parte, dejo aquí estas reflexiones. Decía nuestro maravilloso filosofo Ortega y Gasset (alguien me preguntó hace unos meses, si eran dos hermanos…), que el “afán de saber y el afán de no-errar son dos ímpetus esenciales al hombre”. El afán de saber, he de confesar que representa un gran desafío para mí, porque me obliga a enfrentarme cada día, a todo lo que aún me falta por aprender; no veo tiempo suficiente en mis años de existencia para alcanzar un mínimo de conocimiento. Por eso alabo y admiro a los formadores, y soy incapaz de formar; como iba a hacerlo si no tengo tiempo suficiente para aprender… En cuanto al afán por no-errar, bueno, esa característica, después de tantos años viajando y viviendo por tantos países, la tengo más domada…

Jose Parejo

Geopolítica y Estrategia.

02 Marzo 2021.

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