
Cada tanto, el Reino de Marruecos realiza gestos que ponen en un compromiso diplomático y político al Reino de España, creyendo que por ello se puede soliviantar los ánimos del Gobierno español. Se trata de un craso error que debería hacer reflexionar a la diplomacia alauita pues, la historia ha demostrado que a España no le arrecian estos arrestos generalmente histriónicos. En cambio, se trata de un error entre países vecinos y amigos que deberían mantener una relación cordial de buena vecindad.
Lo sucedido estos días en Ceuta ha sido una agresión a nuestras fronteras tal como lo ha definido la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo, dejando bien claro que no estamos hablando de una crisis migratoria sino de un ataque a nuestras relaciones vecinales.
No se trata solo de una agresión a España sino también a la Unión Europea que ha reaccionado rápidamente apoyando la actitud serena pero contundente del Gobierno español.
Parece deducirse, desde los medios periodísticos que el desbordamiento de miles de ciudadanos marroquíes, entre ellos llaman la atención numerosos jóvenes, mujeres y niños de muy corta edad, puedan haber sido manipulados ante la pasividad de las fuerzas del orden del lado marroquí de la frontera. Los analistas apuntan que puedo haberse debido a una represalia por el apoyo humanitario que ha realizado España en la persona del líder del Frente Polisario Brahim Gali internado en Logroño aquedado de la Covid-19.
Si bien esta crisis no se relaciona directamente con los temas del África Subsahariana, sin embargo, se está estudiando la posibilidad de que comiencen a llegar pateras hacia Canarias como efecto dominó de lo que está ocurriendo en el Magreb.
Confiamos en la capacidad diplomática de ambos gobiernos con el fin de que las buenas relaciones vecinales vuelvan a su cauce de normalidad.