La salud de la abogacía

"Compartimos el artículo de nuestra presidente, Cristina Jiménez, escrito para el ebook "DE LA CRISIS A LA TRANSFORMACIÓN: La industria legal en el 2020 - Una visión de Iberoamérica""

 No podemos obviar en el inicio de este artículo el particular contexto mundial de la pandemia de la Covid 19. Aunque los cambios ya estaban ahí, ahora se han acelerado y, con ello, evidenciado bruscamente.

De entre todas las ideas que se podrían exponer para la imprescindible reflexión que debemos hacer los profesionales, los despachos y las empresas en relación con los servicios jurídicos, voy a desarrollar los siguientes puntos:
 1. – Prolongación de la vida laboral como consecuencia del incremento generalizado de la expectativa de vida.
2. – La sostenibilidad de todas las actividades económicas exige hoy un compromiso con una serie de valores casi universalmente aceptados. Entre otros, una redefinición de los roles de todos los integrantes de la empresa y un equilibrio en las retribuciones. 
3. – La tecnología sustituirá en muchos procesos la intervención de un gran numero de profesionales, modificará la metodología en la prestación de servicios y los perfiles de quienes los prestan. 

1. – Prolongación de la vida laboral como consecuencia del incremento generalizado de la expectativa de vida.

La vida profesional de los abogados se prolonga. El incremento de la expectativa de vida determina la imposibilidad de una jubilación a los 55 años. La carrera de los abogados que trabajan en los despachos debe alargarse y por tanto no pueden sostenerse a largo plazo las interminables jornadas de trabajo que hoy realizan los abogados jóvenes. Las diferencias salariales que existen entre los profesionales que trabajan en los mismos asuntos y equipos y en los que la diferencia en la calidad del resultado es inapreciable deben reducirse. No podrá alcanzarse una retribución tan elevada en el periodo profesional en la cúspide de la organización, pues este se prolongará considerablemente.

Todo ello no es sostenible ni físicamente, ni económica ni socialmente.

Físicamente, porque el periodo de desempeño profesional de un abogado puede desarrollarse desde los 25/26 años hasta los 70/75 años.

Es impensable que, con la expectativa vital de cerca de 85 años, y en las actuales y futuras circunstancias de los regímenes de pensiones conocidos, un individuo pueda mantenerse con un nivel de vida razonable si deja de ingresar activamente a los 55 años. Esta era la edad en que muchos abogados de grandes despachos tenían estatutariamente prevista la jubilación o una sustancial reducción de actividad e ingresos y a la que otros muchos otros aspiraban por una costumbre generalizada. La prolongación del periodo de servicio en un despacho de abogados, grande, mediano o pequeño, con un nivel de exigencia y dedicación como el actual es incompatible con la pluralidad de contingencias, circunstancias y salud que experimenta un ser humano a lo largo de esos casi 50 años de servicio activo.

Económicamente, porque el rápido ascenso que en ocasiones se produce en los despachos de abogados y que en general constituye la aspiración de los profesionales del derecho, tanto en el rol dentro del despacho como en la equivalente retribución económica, no se cohonesta bien con una prolongada posición en la parte alta del escalafón.

Si hasta ahora, alrededor de los 40/45 años se alcanzaba una posición cómoda en el ejercicio de la profesión, los abogados aspiraban a encontrarse a esa edad en uno de los mejores momentos del desarrollo profesional, un numero de asuntos razonable, una calidad y complejidad adecuada a su formación y un equipo bien formado y coordinado con el que trabajar satisfactoriamente, y una retribución elevada, hoy se dificulta enormemente.

Las carreras profesionales en general, tanto en sus inicios como después en puestos intermedios, con las retribuciones que estos tienen asignadas, se van a prolongar considerablemente. En la posición tradicionalmente conocida como de socio no va a ser posible percibir una retribución tan elevada como ha venido siendo tradicional, al menos en los grandes despachos. Ni el volumen de trabajo ni las retribuciones por los servicios profesionales tradicionales lo van a permitir. La estructura de costes que hemos conocido hasta ahora va a desaparecer. Ello exigirá un reenfoque importante desde la perspectiva del despacho, pero también desde la perspectiva del propio abogado.

Socialmente, porque la situación actual se sostiene en la expectativa de rápido ascenso de categoría y de elevada retribución en la cúspide que, hasta ahora, se ha cumplido en los grandes despachos. En los medianos y pequeños, en términos de facturación, la cuestión difiere ligeramente, pero, aunque no es posible en un breve artículo como el presente homogeneizar todas las situaciones, también se sostenía el sistema por la expectativa de mejora constante y de un futuro de cambio y ascenso que ahora en el horizonte no está tan claro.

Por ello, habrá que encontrar fórmulas, económicas y de otro tipo, que satisfagan a la totalidad de los abogados que integran los despachos para atraer y retener el talento. Así como formulas que sirvan de transición a este nuevo orden de cosas en el que muchas expectativas se están viendo frustradas y existe un número elevado de profesionales que no termina de encontrar su sitio ni dentro ni fuera de la organización profesional actual.


2. – La sostenibilidad de todas las actividades económicas exige hoy un compromiso con una serie de valores casi universalmente aceptados. Entre otros, una redefinición de los roles de todos los integrantes de la empresa y un equilibrio en las retribuciones. 

Los ciudadanos, las empresas, las instituciones, y de manera acelerada tras la pandemia, estamos cambiando nuestras prioridades, en cierta medida nuestros valores y queremos verlo reflejado en todos aquellos con quienes interactuamos. La empresa en la que trabajamos, aquellas con las que contratamos, así como en las instituciones que las apoyan.

Ya no es admisible una empresa, un proveedor de servicios, o una institución que de forma activa y real no cumpla, interna y externamente, con unos estándares elevados en cuestiones tales como, la protección del medioambiente, el favorecimiento de la diversidad en sus plantillas, la preocupación por el desarrollo de la vida personal y profesional, la promoción y cuidado del talento, etc.

El catálogo de medidas reales que deben establecer los despachos es muy amplio. No solo basta con desempeñar un servicio profesional excelente en cuanto a calidad, tiempo, precio, etc., sino también ser una organización que en su estructura interna como en su interacción con la sociedad participa de forma activa y contribuye decididamente a fomentar los valores que hoy ya son irrenunciables para todos nosotros.

La excusa tradicional de que un despacho de abogados, como otras tantas, es una empresa para ganar dinero, ya nadie con cierto sentido de la realidad se atreve a pronunciarla. La realidad es que todas las organizaciones empresariales tienen que adquirir un compromiso con la sociedad si quieren ganar dinero.

Hoy se ha convertido en un requisito para la supervivencia, porque sin él, ni serán capaces de atraer y retener el talento, ni serán capaces de vender sus productos, ni serán capaces en definitiva de comprender la realidad en la que ya estamos inmersos.



3. – La tecnología sustituirá en muchos procesos la intervención de un gran número de profesionales, modificará la metodología en la prestación de servicios y los perfiles de quienes los prestan.


Con seguridad este tema estará tratado con detalle en otros artículos de esta publicación. La pluralidad de avances que en esta materia se están produciendo determinarán una modificación sustancial en la prestación de servicios por los profesionales del derecho, tanto abogados, como jueces, etc.

Se tratará entonces de analizar certeramente cuáles serán las actividades en que cada uno de nosotros podemos ofrecer valor.

Qué requerirán de nosotros las empresas o los particulares y qué conocimientos y habilidades debemos desarrollar con antelación y creatividad suficiente para diferenciarnos adecuadamente.

Cuál sea nuestro lugar en el nuevo entorno y cuál el de cada uno de los modelos de despacho, empresa o profesionales es una interesante pregunta para dejar encima de la mesa del lector.

Sin duda, cada despacho, cada profesional, en distintos mercados nacionales, en distintos nichos de actividad económica, con distintos perfiles, edades y capacidades encontrará una respuesta distinta, pero hay algo inexcusable ya, hacerse la pregunta y tratar de responderla adecuadamente. Los tiempos se están acelerando y el futuro ya está aquí.


Cristina Jiménez Savurido
Presidente de Fide
Madrid, 1 de septiembre de 2020

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