Nada más producirse el colapso de Lehman Brothers surgió una demanda que se extendió por todo el mundo: “esto no puede volver a suceder”. La mayoría pensaba que una de las causas fundamentales de la crisis había sido una confianza excesiva en la autorregulación de los mercados. Antes de la crisis se había confiado en que los bancos adoptarían las decisiones adecuadas para evitar sus crisis. Y no fue así. Por ello, después se decidió aumentar notablemente la regulación de la banca y reforzar su supervisión. Esto dio lugar al consenso conocido como Basilea III cuyos acuerdos se incorporaron en las legislaciones nacionales como, por ejemplo, las directivas europeas de capital o la ley Dodd Frank en Estados Unidos.
Paralelamente, una serie de estudiosos minoritarios consideraron que los problemas de estabilidad no desparecerían si se mantenía el sistema actual en el que el dinero es creado y mantenido por los bancos privados. Si no se cambiaba el sistema, ese dinero seguiría siendo frágil y proclive a las crisis y propusieron que, como se hizo en el siglo XIX con los billetes de bancos privados, el dinero digital pasara a ser depositado en el banco central. Este dinero es obviamente un dinero absolutamente seguro frente al dinero actual que sigue siendo frágil, por mucho que Basilea III haya intentado obligar a los bancos a tomar menos riesgos.
Este blog irá informando sobre los documentos que sobre este asunto se están elaborando actualmente por distintos estudiosos e instituciones. Hasta hace poco este asunto ha atraído un interés muy minoritario pero en los últimos meses ha empezado a generar un volumen importante de escritos. Por ejemplo, en este mes de mayo el Banco Central de Noruega ha publicado un informe titulado “Central Bank Digital Currencies” y el Banco de Inglaterra ha publicado sobre este asunto dos trabajos de investigación muy interesantes.
Más adelante comentaremos en el blog este tipo de documentos mas extensos. Pero hoy, para empezar a saber de qué va el “dinero seguro”, lo más rápido y ligero es echar un vistazo a algún artículo de prensa. En inglés se puede leer el artículo que ha publicado esta semana el The Economist titulado “Central Banks should consider offering accounts to everyone ” o en español “Un dinero revolucionario ” publicado en El País en abril pasado.