El Banco Central Europeo contesta a un parlamentario europeo sobre la posible emisión de un euro digital.
El parlamentario español, Jonás Fernández, preguntaba sobre la idea de algunos economistas de emitir una versión digital del euro a través de la apertura de cuentas corrientes en los bancos centrales nacionales.
Como argumento a favor de esta idea mencionaba que se podría inyectar liquidez directamente en la economía sin necesidad de hacerlo a través de instituciones financieras pues esto no asegura que la política monetaria se transmita de forma efectiva. El parlamentario planteaba también una cuestión jurídica muy importante, concretamente preguntaba si hay alguna restricción en el Estatuto del BCE que impida ofrecer a los ciudadanos la apertura de cuentas corrientes en el Eurosistema.
La respuesta del BCE tiene interés porque reconoce la aportación que un euro digital podría suponer para la estabilidad y digitalización de la economía. También acepta que un euro digital permitiría a la política monetaria llegar a un amplio rango de actores económicos más directamente que lo que sucede actualmente. Por otro lado, señala que este tipo de monedas puede tener efectos sobre el sistema bancario y la financiación de la economía.
Estas observaciones son ampliamente compartidas. Lo que sorprende de la contestación son los dos argumentos que proporciona para justificar que la emisión de esta moneda no debe ser una opción en el corto plazo. El primer argumento es que las tecnologías tipo DLT (o blockchain”) no han sido todavía probadas y requieren más desarrollos antes de que puedan ser usadas por los bancos centrales. El segundo argumento es que el hecho de que los bancos centrales administren cuentas individuales para familias y empresas implicaría que el Banco Central entraría en competencia por los depósitos en el sector bancario y plantearía costes y riesgos sustanciales.
Ciertamente estos argumentos podrían ser razonables pero solamente en el caso que el diseño de un sistema de dinero digital emitido por los bancos centrales usara tecnologías tipo blockchain y en el caso en que, además del dinero digital emitido por el Banco Central, se emitiera dinero digital por los bancos privados.
Pero estos argumentos no sirven para descalificar las versiones del nuevo sistema que no utilizan para el registro de los depósitos las tecnologías DLT sino que utilizan las tecnologías convencionales que son las que emplean hoy todos los bancos privados. Igualmente hay versiones del nuevo sistema en las que no habría competencia entre depósitos privados y depósitos en el banco central y por tanto tampoco tendría sentido el segundo argumento.
La utilización –innecesaria- de estos dos argumentos indica que este asunto todavía no ha sido estudiado a fondo por el BCE tal como recomendaba el informe del BIS. Y justamente un estudio en profundidad de este asunto es muy necesario por lo que el propio BCE dice atinadamente en su contestación al parlamentario: “la valoración de costes y beneficios del nuevo sistema depende de las características específicas de la versión que se elija de dinero digital emitido por los bancos centrales”.