
The Economist ha venido defendiendo el dinero digital público y seguro desde hace tiempo, incluso cuando no se le llamaba todavía CBDC.
Hasta ahora sus argumentos en defensa del CBDC fueron los clásicos de que con el dinero digital público desaparecen los problemas de inestabilidad financiera que crean los depósitos bancarios o las dificultades de implementar una política monetaria indirecta, etc. En diciembre pasado publicó uno sobre el impacto de CBDC en la banca que comenté entonces muy favorablemente.
Pero ayer publicó un articulo defendiendo CBDC que comienza muy bien, mostrando que el CBDC sería, simplemente, un “efectivo digital”. Pero luego basa una buena parte de su defensa del CBDC en el papel que pueden jugar los bancos centrales en los servicios de pagos.
No hay que descartar que algunas propuestas de introducción de CBDC vayan a ir por ahí, pero este no es el buen camino, y , en algún momento, tendrían que dar marcha atrás. Las ventajas del CBDC es que es un dinero público y seguro frente a la fragilidad de los depósitos bancarios pero solo se conseguirán menores costes, nuevos servicios, etc., si los servicios de pagos son prestados por la iniciativa privada. Eso sí, en plena competencia y no como ahora. Y, como ha sucedido en otros sectores en los que se introdujo la competencia (por ej., las telecomunicaciones), veremos que el efecto mas importante de la competencia es que desata unos procesos espectaculares de innovación y de uso de nuevas tecnologías.