
El veterano abogado de la Asesoría Jurídica de Telefónica Alejandro Sánchez del Campo es, realmente, un “replicante legal” que lleva los últimos tres años embarcado en la muy humana aventura de la reflexión jurídica a través de su blog Replicante legal http://replicantelegal.com/ en el que nos abre una pasarela para conectar derecho y tecnología con un especial atención, replicante él, a los robots, “cyborgs” y demás ingenios.
El autor ha decidido recopilar los artículos de ese blog que junto con otras colaboraciones y material inédito han quedado transformadas en el libro electrónico (y también en papel) Reflexiones de un replicante legal. Los retos jurídicos de la robótica y las tecnologías disruptivas (link: http://www.tienda.aranzadi.es/productos/ebooks/reflexiones-de-un-replicante-legal-duo/8674/4294967101) que acaba de ser publicado por Aranzadi y presentado en FIDE en fechas recientes. El libro, al igual que “El futuro de las profesiones” de Richard y Daniel Susskind que comentamos en el post de marzo de 2016 (http://www.fidefundacion.es/mjuridico/) es, sin duda, un “buen libro para el momento” siguiendo la calificación y clasificación de libros que hacía John Ruskin a la que aludí en aquél post.
El sugerente título del libro y su simpática portada, su autor Alejandro Sánchez del Campo y el nombre de Juan Pablo Nieto Mengotti como prologuista fueron reclamos inmediatos para no condenar al libro a mi cola de lecturas pendientes.
Y es que autor y prologuista son abogados que, como yo, han tenido el privilegio de ejercer la profesión siendo testigos –y actores- de la radical transformación de las tecnologías de la información y de las comunicaciones desde que se produjo la privatización del sector a mediados de los 90. En su caso, desde la atalaya de Telefónica que de antiguo “campeón nacional” y monopolista ha sabido transformarse en uno de los líderes globales indiscutibles de la revolución digital.
Tal vez por ese bagaje profesional, el autor –al igual que su insigne prologuista- hace gala del poso del abogado de empresa “tradicional” y sólido –no en vano el libro trata de buscar muchas respuestas en nuestro decimonónico aunque bien envejecido Código Civil- pero, a la vez, conserva la curiosidad y espontaneidad del adolescente que no sabe “lo que le está pasando”. Un poco como esos profesores de universidad siempre jóvenes por el efecto simpático que les provoca el contacto con sus alumnos pero que no olvidan a los clásicos. Así, el “replicante legal” acude a Platón y Séneca (pág. 35) para buscar ciber-soluciones a los ciber-problemas, al “Mare Liberum” de Hugo Grocio (pág. 105) para reflexionar sobre los nuevos negocios virtuales y el caso Uber o, a la Homestead Act de 1862 de Abraham Lincoln para buscar soluciones a las leyes que deben regir la minería especial o la colonización de Marte (pág. 103).
Imbuido de esa frescura se explica que uno de los capítulos del libro trate de “Amor y Sexo en el mundo robótico” (pág.91) que, lo confieso, fueron las primeras líneas que leí del libro. Y es que el libro, como recopilación de artículos, admite la lectura intercalada y “desordenada” de sus capítulos como “delicioso totum revolutum” que es.
Así, su lectura se presenta como la visita a un parque de atracciones futurista donde nos esperan, capítulo a capítulo, como si de las distintas atracciones del parque se tratasen, pequeñas dosis de emoción que van desde la exploración de la mente de un criminal gracias a las técnicas fMRI, las impresoras 4D y sus retos legales o hasta un viaje en el tiempo y todo pagado, por supuesto, con bitcoins y su fascintante tecnología de sustento “blockchain” que va a revolucionar el sector financiero y bancario y la contratación entre ausentes.
Son píldoras de conocimiento que se disuelven rápido en el cerebro y que nos acercan a algunas de las iniciativas pioneras en esta expedición que han emprendido juristas y abogados de todo el planeta como Ryan Calo y el grupo del “We Robot” que arrancó en la Universidad de Miami en 2012 (pág. 45) o los nuevos despachos, iniciativas y emprendedores que están revolucionando la abogacía como Riverview Law o Axiom Law (pág. 122) o IBM y su tecnología Watson (pág. 119). Eso sí, sin olvidar a los clásicos y destilando una preocupación por los aspectos éticos y un profundo humanismo que se percibe desde la introducción en la que se evoca a Stefan Sweig y su sublime novela “Momentos estelares de la humanidad” y, por último y muy meritorio, sin caer en el charlatanismo que con bastante frecuencia encontramos entre algunos letrados que se adentran en los misterios de la revolución tecnológica sin haber entendido antes “el alma de la toga”.
¿Sueña Alejandro Sánchez del Campo con ovejas eléctricas?
© Javier Fernández-Samaniego, 2016
javier.samaniego@samaniegolaw.com
