“The Future Computed” y mientras llega, aquí continúo esperando, todo cyber-atacado yo.

Algún ciberdelincuente, 
de cuya identidad y ubicación me temo que nadie podrá acordarse, 
no sólo ha hackeado mi tarjeta de crédito 
sino que me ha chafado mi post. 
Y lo siento, sobre todo, por Microsoft. 
Y no es una rima fácil, 
Ni es una vana invención.

https://blogs.microsoft.com/blog/2018/01/17/future-computed-artificial-intelligence-role-society/Efectivamente, la realidad se ha colado en este post en el que, con gran entusiasmo, quería reseñar el libro The Future Computed: Artificial Intelligence and its role in society  que Microsoft nos entregó a los participantes de la conferencia internacional Privacy Law Salon celebrada en Estados Unidos a principios de febrero y cuya versión electrónica se encuentra disponible siguiendo el anterior link. 

Sí, escribo estas líneas con el libro todavía en mis manos desde la sala de espera de una comisaría de policía. Resulta que para que se retrocedan los cargos fraudulentos realizados con mi tarjeta de crédito no tengo más remedio que remitir al banco una copia de la denuncia que tengo que interponer o ratificar físicamente en comisaría. Y resulta también que, para tramitar la denuncia en comisaría, la policía me exige un certificado de los cargos fraudulentos sellados físicamente por el banco. 

En fin, que tuve que visitar mi sucursal bancaria –a la que llevaba años sin ir– a primera hora de la mañana para que me sellasen el extracto de cuenta con los cargos fraudulentos. Es lunes y durante el fin de semana se acumulan las denuncias, y voy ya por mi tercera hora de espera en esta comisaría. 

Pero salgamos de esa diminuta sala de espera y volvamos al “Future Computed” de Microsoft que empieza con una retrospectiva de Brad Smith –presidente y director de asuntos jurídicos de Microsoft– que cuenta en el prólogo del libro el fenómeno ocurrido hace veinte años –que tuve la suerte de vivir en primera persona– consistente en la aparición de una práctica del derecho: el derecho de protección de datos que en aquellos días los más agoreros presagiaban que no tendría mucho recorrido y que, veinte años después y en pleno furor del RGDP (Reglamento General de Protección de Datos) aglutina a miles de profesionales. Según Brad Smith eso mismo ocurrirá en el futuro con la práctica del derecho de la Inteligencia Artificial (I.A.). 

Y es que, la reflexión de Microsoft no se centra en cuestiones tecnológicas sino los interrogantes ético-jurídicos que plantea la I.A. y es una llamada –sobre todo– a un diseño y uso responsable de ella, al establecimiento de unos principios éticos que protejan a las personas. El libro incluye una reflexión realista – pero ciertamente optimista – de su impacto en el mercado de trabajo y, por último, una visión sobre los modelos de supervisión y regulación que deben regirla. 

La realidad que un actor tan importante como Microsoft anticipa es que la I.A. nos ayudará a gestionar de una forma más eficiente nuestro más precioso y limitado activo: el tiempo. Las previsiones de Microsoft son que, para el 2038, nuestros asistentes digitales personales habrán sido entrenados para anticipar nuestras necesidades, gestionar nuestras agendas, ayudarnos a preparar nuestras reuniones, planificar nuestro ocio, contestar y gestionar nuestras comunicaciones y conducir los vehículos que nos transporten. 

Fuera de nuestro ámbito personal, la I.A. permitirá extraordinarios avances en áreas como la salud, agricultura, educación y transporte que ya estamos experimentando hoy en día y que el libro ilustra con algunos de los proyectos en que Microsoft está trabajando como “InnerEye” en el ámbito oncológico, “Premonition” en la prevención y anticipación de epidemias, “FamBeats” en agricultura y un largo etcétera en el que son especialmente llamativos los actuales proyectos que su filial LinkedIn está acometiendo en la transformación del mercado laboral. 

Ahora bien, como ya ocurrió con el advenimiento de las nuevas tecnologías ocurrido hace veinte años, esta expansión de la I.A. en nuestras vidas también plantea preocupaciones y complejos debates que Microsoft no evita en su libro. Y es aquí donde el libro aporta valor ya que, más allá de la inevitable publicidad subliminal sobre las soluciones de quien lo edita* , el libro abre el debate sobre las fórmulas para asegurarnos que la I.A. sea diseñada y usada de una forma responsable. 

El debate se centra en la necesidad de plantear principios éticos que protejan a las personas, el rol y uso que deben hacer los gobiernos de estas soluciones y el inevitable impacto que tendrá en el futuro del empleo y el mercado de trabajo. 

Los seis principios éticos que propone Microsoft para delimitar el desarrollo futuro de la I.A. son su imparcialidad, fiabilidad y seguridad, privacidad y seguridad, inclusión, transparencia y responsabilidad proactiva (en inglés: fairness, reliability and safety, privacy and security, inclusivity, transparency, and accountability). Se propone que esos principios guíen toda la actuación de las partes implicadas – desde los programadores hasta los usuarios finales. 

Como decíamos, no se evita tampoco el complejo debate sobre el impacto que la I.A. tendrá en el mercado de trabajo con la destrucción y creación de empleo que generará. Y es que si ha habido una constante evidente en los últimos 250 años de cambio tecnológico éste ha sido el gran impacto que las nuevas tecnologías e invenciones han tenido en la creación de nuevos trabajos, la desaparición de otros y la evolución de las funciones y tareas de los trabajos existentes. Constante que podemos estar seguros de que continuará. 

Las conclusiones que se adelantan es que, en primer lugar, aquellos gobiernos y sectores privados que adopten la I.A. antes y de forma efectiva serán los que más se beneficien de ella porque es una constante que el crecimiento económico y los nuevos empleos benefician siempre a los que se adaptan y adoptan el cambio y no a los que se resisten al mismo o hacen todo lo posible por retrasarlo. 

En segundo lugar, si bien Microsoft cree que la I.A. contribuirá a la solución de muchos de los problemas a los que se enfrentan nuestras sociedades no debe bajarse la guardia respecto a su desarrollo futuro que debe ser analizado siempre de forma crítica y teniendo siempre presentes unos inquebrantables y sólidos principios éticos y legislación que la gobierne, una imprescindible adaptación de las nuevas habilidades y competencias que serán necesarias y la reforma inevitable de la legislación laboral y de los mercados de trabajo que plantea el nuevo escenario ante el que nos encontramos. 

En tercer lugar, se hace una llamada a una responsabilidad conjunta en el desarrollo de la I.A. cuyo desarrollo no es competencia exclusiva del sector tecnológico. Microsoft se compromete públicamente a democratizar la I.A. de la misma forma que apostó porque el PC se convirtiera en un bien al alcance de todo el mundo. De hecho, desde luego hoy un PC o un smartphone se pueden calificar ya de “bienes de primera necesidad” en muchas sociedades avanzadas. El gigante tecnológico insiste en su compromiso de que las herramientas que está creando sean accesibles a todos los desarrolladores de soluciones, empresas y gobiernos que deseen construir soluciones basadas en I.A. para contribuir al desarrollo de la sociedad. 

A la postre este libro – en tono de manifiesto – insiste en que el futuro desarrollo de la I.A. no sólo vendrá de la mano de la ciencia y tecnología o la ingeniería y las matemáticas ya que, en la medida que las computadoras cada vez se comportan de forma más similar a los humanos, será imprescindible que las ciencias sociales y las humanidades tengan su rol protagonista en su desarrollo. La literatura, el arte, la historia, la economía, ética, filosofía, psicología serán críticos – afirma Microsoft – en el desarrollo y gestión de las soluciones basadas en I.A. 

Cada uno juzgará si el libro es un manifiesto publicitario de quien lo edita o una reflexión válida y seria pero desde luego, es loable que un actor fundamental en el desarrollo de la I.A. haya hecho estas manifestaciones y compromisos de forma pública y me permito a recomendar su lectura ya que, como mínimo, permitirá a los lectores vislumbrar los fascinantes proyectos y las aplicaciones prácticas que tiene ya hoy en día la I.A. sin necesidad de imaginar mucho cómo será ese “future computed”.

Ahora bien, mientras ese futuro llega yo continúo en la sala de espera de la comisaría de policía de la calle Príncipe de Asturias de Madrid tras toda una mañana perdida en tratar de conseguir que el banco retroceda los cargos fraudulentos. Me congratula saber que Microsoft quiere ayudarme a gestionar mi bien más escaso y precioso, pero, mientras tanto, claramente algunos van más rápido que otros en este mundo en tránsito. 

La dicotomía no debe mantenerse más ya que si me cyber-atacan debería poder cyber-defenderme y en eso, desde luego, también le doy la razón a Microsoft porque si mi banco y la policía no se adaptan tan rápido a la tecnología como los cyber-delicuentes y siguen dando tanta importancia a los certificados y denuncias “físicas” y si “los malos” siguen siendo más rápidos que “los buenos” aquí seguiré, cyber-atacado yo, mientras llega ese “future computed” que augura Microsoft. 

© Javier Fernández-Samaniego, 2019
javier.samaniego@samaniegolaw.com   


* Referencias a Cortana -asistente digital de Microsoft – y a alguna de sus filiales – notablemente Linkedin y sus funcionalidades y gran ayuda que está prestando a demandantes de empleo, empresas y gobiernos en la transformación del mundo del trabajo.

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Sobre el autor

Javier Fernández-Samaniego

Javier Fernández-Samaniego

Socio Director de Samaniego Law, despacho de abogados especializado en resolución de conflictos y derecho de las nuevas tecnologías. Miembro del Consejo Académico de Fide

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